La escasez y los elevados precios de alimentos agrícolas e industriales en Bolivia son un problema coyuntural que se debe a seis motivos: al cambio climático, que modificó las campañas agrícolas; a la falta de incentivos para pequeños productores; la demanda siempre creciente; el crecimiento poblacional; la baja productividad agrícola y la falta de inversión, tanto pública como privada en infraestructura, investigación y tecnología agropecuaria.
A esa conclusión llegaron directivos de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), la Asociación Nacional de Productores de Oleaginosas (Anapo), la Federación Nacional de Cooperativas Arroceras (Fenca), el Consejo Departamental de Cochabamba (CDC) y el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), que trabajan de manera muy estrecha con el sector agropecuario nacional.
En criterio de la presidenta de la Fenca, Salomé Tupa, en este momento el sector arrocero ya debía estar sembrando; pero los caminos y los campos están llenos de agua y no se puede ingresar para iniciar los cultivos. Para el presidente de la Anapo Demetrio Pérez, la única forma de combatir los efectos climáticos que están disminuyendo muchísimo los rendimientos productivos, es investigando nuevas variedades, incorporando moderna tecnología, utilizando maquinaria adecuada y usando mayores volúmenes de agroquímicos, a fin de alcanzar mayores niveles de producción.
En criterio de Carlos Rojas, presidente del Directorio del Ingenio Azucarero Guabirá, el azúcar sería uno de los pocos productos que se libra de la escasez y elevados precios, debido a que hasta el momento se logró una producción de 9,8 millones de quintales para cubrir una demanda que bordea los 8,5 millones de quintales.
Según el gerente general del IBCE, Gary Rodríguez, Bolivia es un país deficitario en productos no esenciales como las frutas, que se refleja en la importación de 300 productos por un valor de 163 millones de dólares, hasta agosto de este año.
Esa suma invirtió para cubrir la demanda nacional de trigo, harina de trigo, manzanas, arroz, yuca, almidón de maíz, cebolla, papa, almendras, lenteja, leche evaporada, tomate, frutas frescas de valles y carnes de pollo y cerdo, entre otros.
Mientras la Ministra de Desarrollo Productivo y Economía Plural, Teresa Morales, afirmó la anterior semana que no había escasez de productos, sino especulación, ocultamiento y precios elevados, la ministra de Desarrollo Rural y Tierras, Nemesia Achacollo, admitió debilidades en el aparato productivo y anunció 40 millones de dólares e inversión en los próximos cinco años en el desarrollo de nueve productos básicos de la canasta familiar.
Achacacollo mencionó los siguientes: papa, quinua, hortalizas, trigo, ganadería y forrajes, maíz, arroz, caña de azúcar y bosques. Por su parte, el viceministro de Desarrollo Rural, Víctor Hugo Vásquez, reconoció que existen dificultades en la producción de alimentos y estimó que en 10 años recién se podría alcanzar seguridad alimentaria para el país.
Como una medida preventiva, los entrevistados se mostraron partidarios de priorizar la siembra y producción de algunos productos considerados esenciales en la canasta familiar como maíz, arroz, hortalizas, soya, algodón, granos menores, leche y carnes de pollo y res, mediante una política que introduzca moderna tecnología productiva, ejecute inversiones en infraestructura y caminos e introduzca semillas mejoradas y el uso regulado de transgénicos.
En criterio de Salomé Tupa, el 90 por ciento de los pequeños productores de arroz, soya, caña de azúcar, legumbres y hortalizas, frejol y maíz, necesitan seguridad jurídica e incentivos como crédito blando para adquirir semillas, insumos y maquinaria agrícola. Rodríguez sostiene que se puede superar la escasez de alimentos con seguridad jurídica para la tierra e inversión agropecuaria con políticas que promuevan el aumento de la producción y la productividad con crédito e incentivos; con riego y biotecnología. “Si se dan todas esas acciones Bolivia podría consolidar su soberanía alimentaria y generar miles de empleos", sostuvo.
Otros factores
Hay factores externos como el cambio climático, los precios del mercado internacional, la crisis productiva de alimentos en países vecinos como Argentina e incluso el contrabando, que contribuyen a la escasez y precios elevados de alimentos, sostuvo el director Ejecutivo del CDC Rodrigo Paniagua. Agregó que en la próxima década la demanda internacional de alimentos seguirá creciendo, pero la oferta no lo hará al mismo ritmo, a menos que se incrementen sustancialmente la inversión y la investigación en agricultura y pecuaria.
Tragedia del trigo
Bolivia produce apenas el 40 por ciento del su demanda de trigo y el IBCE plantea al Gobierno cuatro tareas para el autoabastecimiento de este cereal, que van desde la seguridad jurídica hasta el apoyo tecnológico al productor.
"Para incrementar la superficie de siembra, el agricultor pide seguridad económica, un precio de garantía, porque es un cultivo de rotación en el oriente y de baja rentabilidad en los valles”, explicó el gerente del IBCE, Gary Rodríguez. Como segundo punto sugirió que el Estado garantice un precio determinado para la producción."Si está dispuesto a subvencionar el producto extranjero; ¿por qué no incentivar el nacional?”, cuestionó.
La tercera tarea está relacionada con la ampliación del riego. "Si se generalizara el riego en las tierras bajas del este, no sería disparatado pensar que en tres a cinco años seamos autosuficientes en trigo”, afirmó.
La cuarta tarea tiene que ver con la tecnología e investigación para el mejoramiento de las semillas.
INSTITUCIONES DE DESARROLLO LOCAL
Observan lentitud y centralismo del INE en estadísticas
En el país son pocas las instituciones dedicadas a registrar y socializar datos y estadísticas sobre actividades económicas, financieras, científicas y otros emprendimientos del sector público y privado, coincidieron directivos de la Cámaras de Exportadores de Cochabamba (Cadexco) y del Consejo Departamental de Competitividad (CDC).
En criterio del director Ejecutivo del CDC, Rodrigo Paniagua, una mayoría de las instituciones que trabajan con desarrollo, inversiones, exportaciones, investigación o formación académica, por ejemplo, requieren información, datos, estadísticas para un mejor desenvolvimiento de sus actividades, que no las pueden obtener porque la misma se encuentra dispersa o en su caso centralizada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) que se toma sus tiempos para recogerla, clasificarla, elaborarla y difundirla.
“La falta de información y datos oficiales sobre cualquier actividad es alarmante, al extremo que algunas instituciones, en la medida de sus propias posibilidades realizan levantamiento de datos, cada dos y tres años, para compatibilizar estudios y proyectarse económicamente”, sostuvo.
Pablo Demeure de la Cadexco y Rodrigo Paniagua del CDC observaron el excesivo celo y centralismo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en el manejo de información estadística oficial sobre actividades, generalmente económicas.
Demeure observó que tanto el INE como la Aduana Nacional transfieren información oficial sobre exportaciones con un retraso de dos meses, situación que en muchos casos, resulta ya innecesaria.
Recordó que hace cinco años aproximadamente las cámaras de Exportadores, de Industria, de Comercio y otras tenían acceso a sus sistema que les permitía recibir información clasifica al día. “Ahora tenemos que esperar dos meses información oficial oportuna para tomar decisiones, evaluar el comportamiento empresarial y proyectar actividades, entre otras”, sostuvo.
El director del CDC propuso descentralizar el INE en INEs departamentales a objeto que agilizar la recopilación y transmisión de información estadística a todas las instituciones empresariales y académicas del sector público y privado del departamento.
“Es importante tener un INE; pero un INE cochabambino, descentralizado del nacional, que pueda levantar datos e información municipal, regional y departamental, con visión de desarrollo departamental”, acotó.
ENTREVISTA
Edgar Guardia. Director Ejecutivo de la Fundación Valles y Experto en Desarrollo Productivo
Minimizar los efectos del cambio climático
El cambio climático es un fenómeno inevitable, que está aquí para quedarse y modificar radicalmente la forma en que los humanos manejamos nuestros recursos naturales. Uno de los efectos más evidentes es la distorsión de los ciclos productivos y la consecuente escasez de alimentos en muchas regiones de mundo. Bolivia no está excluida de este problema y el escenario que se presenta en el futuro puede ser muy sombrío si dejamos que el cambio climático siga su curso natural.
Afortunadamente, este fenómeno ha sido estudiado por varias décadas y existen actualmente medidas y prácticas que permiten generar adaptación y resiliencia al cambio climático y, de esta manera, disminuir los efectos adversos sobre la agricultura, el medio ambiente y la disponibilidad de alimentos.
El cambio climático puede plantear riesgos pero también crear oportunidades para los esfuerzos de desarrollo agrícola en Bolivia. Este concepto debe ser incorporado a la gestión de riesgos a diferentes niveles: comunal, regional y municipal, apoyando la elaboración de mapas de riesgo y planes de adaptación, adecuación de los ciclos agrícolas,planes de gestión y conservación de suelos, implementación de sistemas agroecológicos sostenibles y validación de riego y tecnologías de energías limpias. De esta manera, se estará contribuyendo de manera eficaz a un mejor aprovechamiento de los recursos naturales.
Una de las estrategias clave para disminuir el impacto del cambio climático es la introducción y validación de sistemas de riego adecuados para los pequeños agricultores, concentrando la estrategia en incrementar el acceso a un suministro estable de agua de riego y lograr la preservación de las fuentes, que aumenten los niveles de producción y productividad.
Con estas medidas, tomadas oportunamente entre sectores público y privado del país, se podrá minimizar los efectos perversos del cambio climático y evitar escasez de alimentos.
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