La emprendedora Luisa Landívar de Justiniano, a la que todos llamaban ‘Chuy’, para generar ingresos y poder hacer estudiar a sus hijos, un día se le ocurrió la idea de abrir en su domicilio, frente a la Iglesia San Roque, un local de venta de pollos a la brasa al que bautizó Pollos Chuy.
La idea fue una chispa que invitó a que otros hagan lo mismo. Su nieto, Nicolás Justiniano, recuerda cómo doña Chuy les inculcó el valor del trabajo.
En la actualidad esta idea ya tiene 15 sucursales y es una de las más importantes cadenas de comida rápida que hay en Santa Cruz
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