Algunas pautas para transitar por el camino de la industrialización y la soberanía alimentaria son ofrecidas al país por el embajador de Corea del Sur, Young-wook Chun, quien no ve difícil que Bolivia supere la pobreza y el hambre y que pueda lograr el desarrollo alcanzado por su país hace ya unos 30 años.
Chun, entrevistado en ocasión de su visita a la ciudad por la "Semana coreana 2013", en la que hubo conferencias y actividades culturales, encuentra paralelismos entre su país y el nuestro pues ambos sufrieron pérdidas territoriales, el impacto de la colonización y la angustia de la guerra.
De la misma forma, ambos optaron por la política de la industrialización y la soberanía alimentaria, "aunque Corea un poco más adelantado", dice al referirse a que ese país logró su industrialización entre las décadas de los 60 y 80 y su soberanía alimentaria a principios de los años 70.
Para Chun, con un paquete similar al aplicado en su país, Bolivia podría aumentar la productividad de sus áreas cultivables. La "receta" coreana incluye mejorar la semilla, construir una planta de producción de fertilizantes, construir represas y fabricar maquinaria agrícola accesible para el campesino.
Las sugerencias coreanas no parecen algo irrealizable pues cuando Chun habla de maquinaria no se refiere a gigantes de acero con mando a distancia, sino a herramientas sencillas como una sembradora que pesa 10 kilos y cuyo costo sería de unos 200 dólares; pero puede compartirse entre 5 a 10 familias y no necesita combustible porque es completamente manual.
"Sólo funciona empujando y un campesino, con ese equipo, es 10 veces más eficiente", dice entusiasmado y casi sorprendido porque en el país no se use algo tan sencillo y eficaz.
Los mismo sucede cuando habla de tecnología agrícola y pone como ejemplo la papa. "¿Por qué existe tanta diferencia en la productividad de papa?" cuestiona, en alusión a las cinco toneladas por hectárea que se producen en Bolivia frente a las 30 que se producen en Corea en la misma superficie.
Para Chun, el error está en los "ojos" y explica que al sembrar la semilla completa se malgasta energía pues de cada "ojo" de papa sale un brote y varios brotes suponen un fruto pequeño.
Mientras que en Corea, los campesinos cortan la semilla de papa y cada pedazo sólo lleva dos "ojos", lo que permite al fruto absorber una mayor cantidad de energía y tener mayor tamaño.
Otra sencilla técnica es el "multching" que no es más que los surcos de tierra cubiertos con plástico negro, como el de las bolsas que se venden en las tiendas. Una vez cubiertos los surcos, se hacen pequeños agujeros a determinada distancia para meter la semilla.
El objetivo es doble, evitar que crezca la mala hierba a los lados de la planta y ayudar a que la semilla absorba la mayor cantidad de energía a través del plástico negro.
Lógicamente, el mejoramiento de semillas ya no es una tarea tan simple y el embajador recuerda que su Gobierno, que entre las décadas de los 60 y 80 estuvo en manos de dictaduras, “ordenó” a los expertos buscar mejorar las semillas y financió visitas a varios países extranjeros hasta lograr ese objetivo. Así, el dictador Park Chung-hee fue quien llevó a Corea a lograr soberanía alimentaria.
Pero la tarea no tuvo que ver sólo con apoyo económico, también se hizo un trabajo al que puede calificarse como una reingeniería del pensamiento de la población con el Movimiento Nueva Aldea que comenzó por reconstruir los hogares y estimular el trabajo comunitario. Como incentivo, el Gobierno premió el trabajo bien hecho con subvenciones para nuevos proyectos. Esta estrategia elevó el PIB per cápita a 402 dólares al año y tuvo un efecto multiplicador en las ciudades.
El paso a la industrialización no fue tan sencillo. Chun, no sin orgullo, hace notar que a diferencia de Bolivia, su país no tiene “una gota de petróleo” ni gas; pero tiene industria siderúrgica, petroquímica, refinería, electrónica y astilleros.
En principio, el Gobierno jugó un papel muy importante puesto que fue quien puso el capital necesario pues la empresa privada no tenía la capacidad de inversión requerida.
Una vez que las industrias “despegaron” citó a algunos empresarios e impuso que se hicieran cargo de ciertas industrias como la electrónica, la automotriz o los astilleros.
“(En esa época) cuando hacía falta capital y los empresarios tenían poca visión e información, el Gobierno estuvo aportando y además la élite intelectual trabajaba en el Gobierno, aconsejando”, señala; pero a finales de la década de los 90, el Gobierno se limitó a monitorear pues las empresas “estaban listas para caminar solas” y, con esa ruptura, también logró acabar con la corrupción.
Sobre los proyectos de industrialización en el país, señala que el Gobierno boliviano ha dado un importante primer gran paso con la industrialización y aplaude proyectos como el de la planta de fertilizantes en Bulo Bulo, aunque considera que el país requeriría más de una planta y apunta que la idea de exportar no es hacerlo con la producción sobrante, sino producir con la idea de exportar para lograr un producto competitivo.
En cuanto al futuro del litio boliviano, señala que está muy ligado al desarrollo de la industria de los vehículos eléctricos pues el tiempo de carga de una batería de litio (unas cuatro horas) y la distancia que permite recorrer (unos 150 kilómetros) suponen limitaciones.
Consultado sobre si no sería más práctico para el país aprovechar el convenio con la coreana Posco y, en lugar de instalar una planta piloto de cátodos de litio, comprar la tecnología coreana para producir cátodos a partir de las salmueras de Uyuni, haciendo honor a su cargo diplomático señala que su país cuenta con la tecnología necesaria; pero respeta las decisiones del Gobierno boliviano respecto a su política de industrialización.
Chun: ser más productivo precisa cambio de mentalidad
El embajador coreano Young-wook Chun es un firme convencido de que el aumento de la productividad tiene que ver con un cambio de mentalidad. Cuenta que en 1960, después de la guerra, Corea quedó sumida en la pobreza, con ese panorama, en 1970 el Gobierno coreano optó por generar un cambio de mentalidad para alentar al pueblo a trabajar por el progreso de sus comunidades y emprendió el SaemaeulUndong o el Movimiento de la Nueva Aldea. Chun explica que ese movimiento se enfocó en promocionar la voluntad, una mentalidad más activa para vivir bien (un concepto que es parte del modelo de Gobierno actual), todo para mejorar las perspectivas del ingreso.
Otra vez, la receta del Gobierno coreano fue simple: si la gente necesitaba puentes, el Gobierno los financiaba; pero el pueblo aportaba con su trabajo; si la gente necesitaba viviendas, el Gobierno cubría un porcentaje y la gente el resto; lo mismo sucedía si las necesidades eran escuelas o caminos. SaemaeulUndong está basado en los conceptos de diligencia, autoayuda y cooperación como una forma de acabar con el pesimismo y el desánimo.
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