domingo, 26 de abril de 2015

¿Qué fomenta una mayor longevidad corporativa?

En 2001, mientras entrevistaba a los ejecutivos de Nokia, escuché por vez primera la palabra finlandesa nöyryys.
Me dijeron entonces que significaba humildad, pero humildad con una serena seguridad.
Esa confianza parecía bien merecida. Nokia era entonces el gigante del mundo de la telefonía móvil, controlando el 35% del mercado global.
En los artículos que escribí durante esa época, pregunté si eso podría durar. En la actualidad sabemos que no fue posible.
Después de ser eclipsada por el iPhone de Apple y los teléfonos asiáticos basados en el Android, el año pasado, la empresa multinacional entregó su debilitado negocio de telefonía móvil a Microsoft. Sin embargo, Nokia no ha desaparecido.
En la actualidad comprende una operación de redes móviles, una división de mapeo digital y una multitud de patentes.
El reinventarse no es concepto nuevo para Nokia. Y lo ha hecho en varias ocasiones desde que comenzó su existencia como fabricante de papel en 1865.
Desde entonces ha sido fabricante de botas de goma, impermeables, cables y televisores.
Ha sido una empresa generadora de electricidad; fue una vez la principal empresa productora de papel higiénico en Irlanda; y la única proveedora mundial de neumáticos con clavos para bicicletas. Esto es inusual.
Pocas empresas cambian sus negocios tan drásticamente y sólo una minoría duran tanto tiempo. En un influyente libro, The Living Company, publicado por primera vez en 1997, Arie de Geus se preguntó por qué algunas empresas seguían adelante mientras que otras perecían jóvenes.
La compañía multinacional promedio dura menos de 50 años, pero algunas, como Nokia, tienen más de 100 años de antigüedad. Royal Dutch Shell, donde el señor De Geus trabajó durante 38 años, se inició en 1833. Muy pocas habían existido durante siglos, escribió.
Los orígenes del Sumitomo Group de Japón se remontan a un taller de fundición de cobre fundada en 1590.
En ningún otro tipo de organización, ya sean universidades, ejércitos o iglesias, existe una disparidad tal entre las instituciones de vida más corta y más larga.
¿Importa realmente si las empresas perduran durante siglos o no? ¿No es la muerte de las empresas y el nacimiento de otras nuevas la manera por la cual progresan las economías y las sociedades -a través de lo que Joseph Schumpeter llamaba "destrucción creativa”-? Sí.

¿ Por qué son longevas?
Las empresas pueden caer en la autocomplacencia, como sucedió con Nokia y la llegada de los teléfonos inteligentes.
Los competidores más ágiles y alertas acaban sustituyendo a muchas de ellas. Pero el señor De Geus y otros han argumentado que las empresas longevas llevan a cabo una valiosa función.

Ellas echan raíces. Establecen vínculos con las comunidades, proporcionan empleo y recuerdos a las generaciones de trabajadores sucesivas, y sirven de "aglutinante social” importante.
Mientras que las familias se han vuelto más fragmentadas y la gente más móvil, las empresas longevas proporcionan un sentido de cohesión y solidaridad comunal.
Cuando cierran sus puertas, las comunidades a menudo se entristecen, los proveedores de muchos años pierden negocios, y los exempleados y sus familias se ven privados de sus recuerdos laborales.
Entonces, ¿por qué algunas empresas logran durar tanto tiempo?
En su libro, el señor De Geus señaló cuatro características de las empresas longevas.
En primer lugar, eran susceptibles a los cambios en el entorno empresarial y en sus sociedades.
En segundo lugar, tenían un fuerte sentido de identidad.
En tercer lugar, eran "tolerantes”, lo cual quería decir que no eran excesivamente centralizadas y permitían los experimentos y excentricidades de sus empleados.
Por último, eran conservadoras en su financiación -"reconocían el beneficio de contar con dinero extra en la alcancía-”.

Estructura familiar



Pero existen otras preguntas que podemos formular. ¿Es importante la estructura de propiedad?
Algunas compañías sobreviven porque son propiedad de una familia y educan a las nuevas generaciones para que ejerzan un papel y se conviertan en ejecutivos.
Pero ser propiedad familiar no es una panacea. Es difícil inculcar en las generaciones sucesivas el deseo de tener éxito, la dedicación y las destrezas gerenciales. Y no todas las empresas más antiguas son de propiedad familiar.
¿Importa de qué industria se trata? ¿Es más fácil sobrevivir en el negocio de los recursos, por ejemplo, en la minería, que en la industria de la tecnología? Es difícil formar una opinión.
La industria de la tecnología es demasiado joven como para que sepamos si, por ejemplo, Apple, Microsoft o Facebook van a demostrar un poder de permanencia real.
Ciertamente, las empresas que alguna vez fueron grandes nombres de la tecnología -Wang e ICL, por ejemplo- ya no están en funcionamiento.
Y, lo más importante, ¿pueden las grandes empresas continuar innovando o serán inevitablemente socavadas por las compañías nuevas -con menos burocracia, sin responsabilidad de pensiones y con una inversión menor en tecnologías y operaciones más antiguas-?



Las empresas longevas proporcionan un sentido de cohesión y solidaridad comunal.

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