lunes, 17 de agosto de 2015

¿Buenas políticas o buena suerte?

El fin del superciclo de los precios de los commodities, que algunos economistas predijeron con demasiada anticipación, incluso antes que se dé el boom, generó una gran expectativa por lo que le iba a pasar a la economía boliviana, especialmente para los analistas que explican el buen crecimiento del PIB debido al boom de los commodities que derivó en muy favorables términos de intercambio. Es decir, se debía a la buena suerte.
En economía hay una vieja discusión para explicar la causa del desempeño económico, si son buenas políticas o buena suerte y, siguiendo a Roberto Zahaler, si se debe también al cambio político o estructural.
La buena suerte trataría de explicar que el gobierno de Evo Morales se ubicó justo dentro del boom de los commodities. Sin embargo, es necesario entender, con base en el comportamiento del Índice de Precios de Exportación (IPBX), que calcula el BCB, que en realidad vivimos un superciclo de 10 años, como se observa en el primer gráfico.
Este periodo abarcó un primer ciclo de 43 meses, desde principios de 2004 hasta julio de 2008, cuando vino la gran crisis financiera que provocó un shock adverso que duró nueve meses.
Ya se presagiaba la caída de la economía boliviana aunque su Producto Interno Bruto (PIB) continuó creciendo. Posteriormente, se reinició un nuevo ciclo, pero más largo, de 62 meses hasta junio de 2014, debido a la abrupta caída de los precios del petróleo, una fase descendente que hasta el momento dura 13 meses. Empero, la economía boliviana creció en 2014 en 5,4%; para el primer trimestre de 2015 creció en 4,5% y se estima para 2015 un crecimiento cercano al 5%.
Al primer semestre de 2015, las exportaciones totales cayeron en 30,4% (vease el segundo cuadro). Este shock externo es muy parecido al primer año de la crisis de 1930, cuando las exportaciones de estaño cayeron un 27% y su precio en 32%. Sin embargo, hay grandes diferencias.
En primer lugar, una economía pequeña y abierta como la boliviana indudablemente depende de la evolución del contexto externo, pero también entran en juego las respuestas de política macroeconómica.
El manejo prudente de la política monetaria, cambiaria y fiscal desde 2006 permitió la estabilidad macroeconómica. Se aplicaron políticas de regulación de la liquidez, de estabilidad cambiaria, de disminución de las tasas de interés y aumento del crédito, junto a una política fiscal de aumento del gasto y de la presión tributaria, tanto debido al impuesto sobre los hidrocarburos como a la renta interna, además del manejo sostenible de la deuda pública. En la crisis del 30 se dejó actuar a los mecanismos automáticos del mercado y se tuvo que incumplir con la deuda externa.
En segundo lugar, es importante el cambio estructural asociado al rol del Estado y la nacionalización de los hidrocarburos. En 1930, el impuesto al estaño cayó en 64%, mientras que el Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), en el primer semestre de 2015, disminuyó en 18% y la recaudación interna subió en 11%.
No hubo inversión en los 30, mientras que en el actual modelo, la inversión pública se constituyó en el motor de la economía, financiada casi dos tercios con recursos internos y sólo un tercio con recursos externos.
Es decir, si bien Bolivia sigue siendo un exportador de productos primarios, lo que cambió fue la forma de generar y utilizar el excedente económico. Antes, el excedente salía al exterior, ahora el sector público exporta el 50%, divisas que entran al Banco Central de Bolivia (BCB) y se reflejan en el nivel de las reservas internacionales, que al 31 de julio de este año eran de 14.486 millones de dólares.
Es así que hay que ser precisos con la propia definición de buena suerte, la cual debería estar asociada a perturbaciones que no guardan ningún tipo de relación con las políticas económicas.
En el caso boliviano hay una explicación de su buen desempeño económico aún en un contexto externo adverso, entró la mala suerte, porque también está asociado a las buenas políticas y al cambio estructural.

*El autor, economista, fue presidente del Banco Central de Bolivia

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