lunes, 17 de abril de 2017

¿Por qué debería importarnos la competitividad?



Para empezar este análisis primero debemos precisar el concepto de competitividad; en realidad, existe una gran cantidad de definiciones. El Foro Económico Mundial, que ha medido la competitividad entre países desde 1979, la define como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. Otras son diferentes sutilmente, pero tienen la palabra “productividad”.

Otro modo de pensar sobre qué hace a un país competitivo es considerar cómo promueve nuestro bienestar. Una economía competitiva, entendemos, es una economía productiva. Y la productividad conduce al crecimiento, que permite niveles de ingresos más altos y un mayor bienestar.

La trascendencia de la productividad radica en que se descubrió que es el principal factor que conduce al crecimiento y a los niveles de ingresos. Y los niveles de ingresos están relacionados estrechamente con el bienestar humano. Por lo tanto, la comprensión de los factores que permiten que se produzca esta cadena de eventos es muy importante.

Fundamentalmente, el aumento de la competitividad significa aumento de la prosperidad. Según el Foro Económico Mundial, las economías competitivas son aquellas con más probabilidad de crecer de forma sustentable e inclusiva, lo que significa más probabilidad de que todos los miembros de la sociedad se beneficien con los frutos del crecimiento económico.

Para medir la competitividad de los países, Global Rank Competitiveness 2016-2017 selecciona indicadores en doce áreas diferentes de la competitividad. Como “requisitos básicos” incluyen instituciones, infraestructura, entorno macroeconómico y salud y educación primaria, ya que suelen ser los primeros que abordan los países en etapas tempranas de desarrollo. Seguidamente alcanza el subíndice de “potenciadores de eficiencia”. Básicamente miramos los mercados, funcionamiento de mercados financieros, laborales o de bienes, pero también la capacitación y educación superior, la preparación tecnológica, que mide qué tan bien las economías están preparadas para la transición a economías basadas en conocimientos, más avanzadas.

Por último, constituye dos pilares: sofisticación e innovación comercial. Estas son áreas más complejas de competitividad que requieren una economía que pueda aprovechar negocios de clase mundial e instituciones de investigación, como también un gobierno de apoyo, innovador. Los países que tienen calificaciones más altas en estos pilares suelen ser economías avanzadas, con un Producto Interno Bruto per cápita alto.

El informe de la Competitividad Global 2016-2017 ayuda a entender por qué algunos países han sido más eficientes que otros en reavivar el crecimiento sostenido. Al contrastar la competitividad de las economías que han participado en programas de estímulos monetarios durante este período, encontramos que aquellos con clasificaciones altas de competitividad tuvieron más éxito en el impulso del crecimiento económico que los que tenían clasificaciones más bajas.

Los motores básicos de la competitividad, como infraestructura, salud, educación y mercados con buen funcionamiento, siempre serán importantes, pero se sugiere que el rendimiento de un país en términos de disposición tecnológica, sofisticación e innovación de negocios actualmente tienen la misma importancia en conducir la competitividad y el crecimiento.

Dentro de la mejora de la competitividad, todos los actores tenemos una responsabilidad: empresarios, gobiernos, instituciones, trabajadores, etc. Esto es sustancial para los responsables políticos y líderes en mercados emergentes, que deben tener en cuenta estos aspectos cuando se trata de ayudar a la economía a prosperar en la escala de ingresos; las experiencias de otros países se pueden considerar, pero lo que no se debe dejar de hacer es actuar. Lo más peligroso para un país no es la competencia, sino no tomar acciones frente al entorno que hoy se vive.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario